Los mudéjares
valricotíes, a partir de su incorporación a la encomienda santiaguista en 1285,
tenían una excesiva dependencia del comendador de Ricote, personificado, casi
siempre, por un alcaide residente en su castillo. La comunidad mudéjar estaba
representada por un grupo de viejos en cada una de las aljamas del valle. Éstos
tenían por costumbre reunirse, a modo de concejo, en un pino existente en un paraje
próximo a todas las aljamas: La Rambla del Solvente (en el pasado, el topónimo «La
Rambla» aludía al espacio agrícola dado en Solvente entre los parajes de El
Campillo-Bulila y el Estrecho del Solvente, en suelo de Blanca). Los viejos se juntaban bajo la sombra del
árbol siempre que fuera necesario tratar sobre cualquier asunto que implicaba
los intereses comunales. Una vez al año, en el día de San Juan (24 de junio), elegían los oficios, entre el que estaba el
cargo de alcalde, residente en Ricote, que ostentaba la jurisdicción civil y
criminal en todo el valle y que tenía que ser aceptado por el comendador
o alcaide.
Por Asociación Cultural La Carrahila.
Por Asociación Cultural La Carrahila.
Entorno del nuevo Pino del Solvente, junto al Pantano de Blanca (Azud de Ojós). |
La conquista del reino nazarí en 1492 significó el fin de la tradicional movilidad mudéjar. La única solución que vieron contra la presión económica y social fue la conversión al cristianismo, aceptada por la Corte en el año 1501. La transformación religiosa de la población daría como resultado el paso de las aljamas a concejos y el surgimiento de la esperanza de libertad de la supervisión de la Orden. A partir de ahora, cada lugar de moriscos tendría que elegir a dos alcaldes ordinarios, dos regidores, un alguacil y uno o dos jurados, al igual que en los restantes concejos de la Orden. Así, en 1502, existieron 12 alcaldes y 12 alguaciles para toda la encomienda. Pese a haberse constituido los concejos, sus representantes continuaron con la tradición de juntarse en el pino de La Rambla del Solvente, sobre todo, para defenderse de la opresión del comendador o alcaide de turno, nada presto a aceptar los derechos obtenidos por sus vecinos tras la conversión.
El pino desapareció en una fecha incierta entre 1550 y 1582, aunque su testimonio fue transmitiéndose tras generaciones como símbolo de unión de los lugares del Valle de Ricote y de lucha ante la autoridad superior, como prueba que el árbol diera nombre a la arruinada Casa del Pino.
Para saber más sobre este histórico lugar, puede descargar el siguiente artículo.
Panel informativo instalado en la zona. |
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